Nick Frost al cuadrado: “Get Away” + “Krazy House” #SITGES2024 #FANCINE2024
Hoy traemos a la double-feature las reseñas de Get Away y Krazy House, las dos propuestas de género protagonizadas por Nick Frost este año, presentadas en Sitges y Fancine.
Una de las caras más reconocibles del siglo XXI para los
amantes del fantástico es, sin duda, Nick Frost. El intérprete británico
comenzó sus andaduras en el mundo de la actuación con la serie Spaced,
que uniría a Frost con las mentes de Edgar Wright y Simon Pegg, aunque a este
último ya lo conocía de antes. Frost, Pegg y Wright unirían fuerzas para
entregarnos en 2004 una de las mejores películas de terror de los primeros años
del nuevo siglo, Zombies Party.
Continuando a la ya mencionada cinta sobre muertos vivientes
aparecerían Arma Fatal (2007) y Bienvenidos al Fin del Mundo (2013),
donde el trio conjugaría diferentes historias cuyo hilo conductor era la aparición
de un helado de la marca Cornetto, al igual que de la presencia de los dos
mismos actores protagonistas. De esta manera, la trilogía sería concebida como
la trilogía Cornetto.
Más allá de sus trabajos con Wright, Frost ha aparecido en películas tales como Radio Encubierta (2009), Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (2011), Paul (2011), Attack The Block (2011) o Tomb Raider (2018). El intérprete equilibra una contundente carrera en el cine con apariciones en televisión, además de haber hecho doblaje para videojuegos en algunas ocasiones.
Hilando esto con la cita que nos acontece en esta ocasión,
Nick Frost este año ha aparecido en seis proyectos distintos, contando los dos que
analizamos en este artículo. Esto recuerda a aquellos años donde su tocayo Nicolas
Cage protagonizaba películas a montones, las cual la mayoría iban directas a
VOD. Eso sí, ninguno de ambos supera a Eric Roberts, cuya carrera fílmica con
más de 400 papeles hacen que cualquier interesado o interesada en completar su
filmografía deba tener un entusiasmo desbordante y una gran pasión por el
actor.
De este año tan prolífico para el actor británico en Visto En 35MM hemos tenido la oportunidad de ver dos de sus propuestas, ambas enmarcadas en el fantástico. En Sitges pudimos recuperar Get Away y, de vuelta en Málaga, descubrimos Krazy House, en nuestro templo, Fancine.
Get Away
El folk horror, menudo subgénero cinematográfico más
apasionante. Desde los británicos que marcaron el camino con El hombre de
mimbre (1973), La garra de Satán (1971) o Cuando las brujas arden
(1968), hasta esa segunda ola que llega a nuestros días, gracias a
cineastas como Eggers o Aster que recuperaron los temas de aquellas pioneras de
los sesenta y setenta en películas tan esenciales como La bruja o Midsommar.
En el marco de las proyecciones de Fancine incluso pudimos ver en la sección Informativa una propuesta folk horror tan resultona como Witte Wieven, que nos daba 60 minutos de pura estética rural, con una ambientación desoladora, que, si bien no rompe moldes, era disfrutable y visualmente deslumbrante.
Recordemos la concepción de Adam Scovell en el libro Folk
Horror: Hours Dreadful and Things Strange para entender las características
principales del subgénero. Para Scovell, el folk horror supone tanto un uso del
folklore ya sea estético o temático, para generar una sensación de desasosiego
o inquietud, como un choque entre la oscuridad y la modernidad.
Bajo la perspectiva de Scovell, Get Away, proyectada en Sección Oficial del 57º Festival de Sitges, se presenta como una película de terror cómica ambientada en una isla con tradiciones que nos evocan directamente a las ya mencionadas cintas del estilo. Dirigida por Steffen Hears, padre de New Kids Turbo (2010) y de la mencionada Krazy House, la cinta nos narra la historia de la típica familia turística ingenua que decide viajar a una isla sueca llamada Svälta, la cual cuenta con unos rituales muy extraños.
La sorpresa con Get Away es que se presente como una
película cómica con tintes de terror más que como un filme de género puro, como
lo que hemos visto en la mayoría de las propuestas folk horror. Su humor
funciona de manera constante, con highlights claros en ciertos puntos, y un
buen world-building a la hora de establecer el lore de la ya mencionada isla.
Si encima tenemos en cuenta que es el primer libreto de Frost como guionista,
entonces es un logro que la película funcione tan bien, además que su
desarrollo toma un rumbo inesperado pero muy interesante.
Eso sí, que no os deje llevar el entusiasmo característico de mi persona, Get Away tampoco es una película maravillosa (ni tampoco lo es Krazy House, a la que atenderemos en breve). Sus personajes no dejan de ser unidimensionales, se espera algo más de los isleños y podría haber aprovechado más su ambientación. Sin embargo, sí juega muy bien con lo que propone y ofrece una experiencia de terror y risas la mar de amena y entretenida que se agradece cuando nos metemos cuatro películas al día. Una mamarrachada sin pretensiones y que entra de maravilla en una sesión doble junto a vuestra folk horror predilecta.
Krazy House
Krazy House atrapa a los espectadores desde el primer minuto con un opening que recrea la estética de las sitcoms al cien por cien, tipografía colorida incluida. A partir de ahí, la cinta va cambiando relaciones de aspecto y tipos de cámara, tal y como los eventos de la narrativa van desarrollándose. Curioso fenómeno que sea del mismo realizador que Get Away, la cual desgranamos en las líneas de arriba.
La película es de un humor negrísimo que, aunque algo
irregular, saca bastantes carcajadas. Quizá no sea tan violenta y salvaje como se
espera, sobre todo en esos fotogramas con Frost ensangrentado, pero sí que es
divertida y consigue funcionar, incluso con un segundo acto que se alarga en
demasía. Sus chistes absurdos y gags imposibles, además de su puesta en escena,
son de una inventiva tan creativa que es de aplauso, teniendo en cuenta las
debilidades de la película, como su accidentado ritmo que hace que la cinta
pierda fuelle.
Sumado a eso, su apartado técnico es excelente y la idea de concebir a la película como una sitcom hace de una home invasion predecible una propuesta memorable y que despierta carcajadas en el espectador, ya sea por desconcierto como por una risa genuina. Aplausos, además, al compositor de la cinta, Michael Marsman, que combina temas alegres con cortes más perturbadores.
Tanto Get Away como Krazy House hay que verlas como lo que son: propuestas festivaleras macarras y desvergonzadas que dan al fanático del género todo lo que se espera. Despojadas de cualquier tipo de expectativa exacerbada, un fenómeno imposible en el fantástico más mainstream, quizá no vayan a revolucionar la industria, pero sí son un muy buen ejemplo del espacio tan amplio del fantástico para contar historias distintas y de una diversión encantadora y mamarracha.
Reivindiquemos el terror disfrutón, que no todo ha de ser solemne y austero.
Me llama la atención la consolidación de un público, estudios y crítica que tiene que ver con nuevas y antiguas formas del género de terror. En mi larga trayectoria de crítico, reconozco que décadas atrás, desde mi adolescencia, fui seguidor de la especialidad: me refiero al cine de la inglesa Hammer y toda la serie de Roger Corman. Por ese estilo y época. Dentro del género, por años tuve más continuidad con la especie "vampírica". Después, quizás la edad, perdí el gusto o preferencia. Quizás por ello, mi sorpresa hoy. Aquí en Argentina también hay una corriente "juvenil" en torno al cine de miedo, terror y fantástico. Reconozco que he quedado desactualizado. Quizás por eso mismo vuelvo a preguntarme qué cosas de este mundo de hoy mantienen la vitalidad del género. Siempre ví al miedo como una fuerza que refleja primitivos y oscuros temores, hoy al parecer resignificados.
ResponderEliminarAmilcar Moretti
www.moretticulturaeros.com.ar
Buenos Aires