"Matinee" (1993): La Cinema Paradiso de los amantes del fantástico
Sin planearlo en absoluto, hoy vamos a hablar sobre Matinee (1993) de Joe Dante y lo vigente que es en esta era de incertidumbre por el futuro de las salas de cine.
En 2024 estamos en una discusión, al menos entre los fanáticos del cine, en la cual se debate y especula sobre la actualidad de las salas de cine, las cuales no están recibiendo el mismo público que antaño. De hecho, justo hace unos días, el programa Cameo ha grabado un excelente debate junto a Enrique Lavigne y Pau Brunet en el cual analizan todo esto que os expongo. He de deciros que no cunda el pánico porque no es la primera vez que se predica que el cine va a desaparecer. Cuando apareció el cine sonoro, se pensaba que el cine no iba a ser igual que cuando era mudo y en cuanto apareció la televisión, se auguraba que era el final del cine. Esto obligó a directores y productores a reinventarse, buscando nuevas maneras de atraer al público a las salas y ofreciendo una experiencia superior a la que presentaba la televisión.
Es en este último momento donde se ambienta Matinee (1993). A modo de homenaje del cine del cual el director se empapó en su infancia, la película narra la historia de Lawrence Woolsey (John Goodman), un personaje basado en el productor y director William Castle, que va a estrenar su nueva película de terror, Mant, con unos efectos especiales nunca vistos, aprovechando el miedo nuclear causado por la presente crisis de los misiles de Cuba del 62.
Es impresionante como Dante consigue transmitirnos una carta de amor acerca de la experiencia de la sala de cine de su infancia mediante una película preciosa y con ese encanto que aquellas producciones de los sesenta derrochaban. De hecho, gracias a ella tengo una necesidad incipiente de hincarle el diente a producciones como La humanidad en peligro (1954), Surgió del Fondo Del Mar (1955) o Tarántula (1955) por lo que irá a la colección de ciclos que estoy deseando hacer.
Siguiendo con la película, es verdaderamente encantador como Dante retrata la experiencia de ir al cine de antaño, con esos pósteres tan atractivos y esos tráileres tan atrapantes como los que hacía Hitchcock o el propio William Castle en la promoción de películas como Los 13 Fantasmas (1960) o La mansión de los horrores (1959).
Su fanatismo por Woosley le llevará a ayudarlo en la proyección que va a ser en su pueblo, que supondrá unos de los momentos más emotivos de la película, en el cual Woosley narra lo que considera que hace mágico al cine. Podríamos considerarla una coming-of-age con el cine de terror y fantástico como lugar en el cual el protagonista evoluciona, crece y descubre sucesos nuevos en su vida. De esta manera, la película tiene dos tramas fundamentales que van interconectando: la odisea de Woolsey por estrenar su película y la nueva vida de Gene en un pueblo nuevo para él.
Es esto último lo que ha hecho que la película haya generado tales emociones positivas en mí. Siempre he visto al cine como un arte para evadirme del mundo en el que vivo, tal y como lo transmite la cinta. Sentándome delante de una pantalla puedo viajar al salvaje oeste con John Wayne, a una galaxia muy muy lejana con Luke y Leia, a Elm Street, a una cabaña poseída en el bosque o a una mansión terrorífica con Vincent Price. También puedo teletransportarme y, de la mano de directores como Wong Kar-wai, François Truffaut o Apichatpong Weerasethakul, puedo teletransportarme a culturas desconocidas para mí.
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