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"Ruido": Un viaje de freestyle y autodescubrimiento al ritmo de los mejores beats │ #28FestivalMálaga

Presentada en la Sección Oficial a Concurso, Ruido es la ópera prima de Ingride Santos, tras su cortometraje Beef (2019), donde ya trataba el tema de la adolescencia y la música.

El cine ha sabido plasmar la cultura vibrante del hip hop y el rap de manera brillante, demostrando el poderío del medio para arrojar luz a lugares desconocidos por la mayoría de los espectadores. Desde las ochenteras Breakdance (1984) o Beat Street (1984), ya desde finales de los 80 el género tenía su cabida en filmes como House Party (1990) o Ciudad Sangrienta (1988), protagonizada por los grandes Run DMC. Un punto de inflexión considerable fue la recomendable película New Jack City (1991), en la que Mario Van Peebles narraba una mezcla de El precio del poder (1983) y El padrino (1972) ambientada en Harlem durante la epidemia del crack. El factor diferencial que tenía, además de un reparto casi enteramente formado por actores y actrices afroamericanas, fue el excelente uso de temas de rap y New Jack Swing, algo que ya antecedió Spike Lee en su magnífica Haz lo que Debas (1988), en la que utilizó el tema Fight the Power de Public Enemy para denunciar las injusticias del sector más conservador de la ciudadanía norteamericana. 

Otro antecedente del uso del hip hop en películas que no tienen este género como elemento principal se puede observar en Colors: Colores de guerra (1988), con el homónimo tema de Ice-T, protagonista, además, de la ya mencionada New Jack City. Dicha tendencia de utilizar temas del hip hop más actual acabó creciendo durante la década, con películas que, a pesar de no tratar directamente el género, teniendo presencia en filmes como Los Chicos del Barrio (1991), Todo en un Viernes (1995), Infierno en Los Ángeles (1993) o La Cara Sucia de la Ley (1992). 

Volviendo a lo que nos acontece hoy, no son tantas las películas que hayan tratado la historia de aficionados del rap o de la industria en sí, menos aún del aspecto más contracultural del movimiento: las batallas de gallos. El ejemplo más representativo en 8 Millas (2002) en la que Eminem, interpretándose a sí mismo, narraba sus comienzos en una industria que lo rechazaba por ser distinto. A pesar de ello, estos años recientes hemos tenido grandes encarnaciones de este estilo de vida en películas como Matusalén (2023), Kneecap (2024) o Straight Outta Compton (2016), biopic de la legendaria banda NWA.

En este sentido, Ruido (2025) se presenta como una sorpresa por la novedad de una historia así ambientada en nuestro país y tratando problemas y debates de actual relevancia. La película relata la historia de Lati (Latifa Drame), una chica que encuentra en el rap un refugio a una monótona vida, estando muy afectada tras el fallecimiento de su padre. Tras conocer a Judy (Judith Álvarez), una antigua leyenda del freestyle, comenzará a tomarse su afición más en serio, a pesar de la negativa de su madre (Asaari Bibang) respecto a este hobby.

Ruido es una película que se siente desde del corazón. En sus ochenta y cinco minutos el espectador no para de mover la cabeza, disfrutando de las barras de Lati y de esos beats que unen las secuencias. El filme supura freestyle por todos los costados y una inherente pasión por este género. A pesar de no ser un biopic per se, Lati, la protagonista, está basada enteramente en su intérprete, Latifa Drame, que, como comentó en la rueda de prensa, es una persona que sale del barrio y que ha vivido en primera persona lo que es tirar barras en batallas de gallo por Barcelona, ciudad en la que se localiza la mayor parte de la película. Esto aporta a la película un carácter y espíritu auténtico que no siempre los cineastas son capaz de alcanzar.

La presencia en pantalla de Latifa es tremenda, especialmente una vez empieza a demostrar sus extraordinarias habilidades para el rap. También cabe recalcar la notable actuación de la debutante Judith Álvarez, al igual que ese complicado papel de la madre de Lati, interpretado por una excelente Asaari Bibang. Esas batallas de gallos e improvisaciones dan a la película un cierto sentido coming of age en cuanto la protagonista madura y afronta los problemas con la ayuda catalizadora del hip hop. Se palpa un dinamismo en pantalla que será causante por el rodaje de la misma, que la directora describió como "puro freestyle". 

En la potente dirección de Ingride Santos destaca sus cambios de la relación de aspecto de la imagen, de 4:3 a 2:35:1, reflejando el primero la vida real y el segundo, más cinematográfico antropológicamente, esos momentos de catarsis musical en batallas de gallos o ensayos. Una decisión estilística que brinda mucho dinamismo y personalidad a la película.

Si el rap siempre ha servido para contar historias verdaderas, entonces Ruido sería uno de los mejores temas de este género. Una exploración sentida del mundo de las batallas de gallos que, con un ritmo tremendo, logra trasladarnos a esos barrios de Barcelona y a la superación de una mujer inmigrante y rapera de los prejuicios malintencionados del sector más conservador de este movimiento contracultural. Cuando uno la termina, el cuerpo le pide sentarse y reproducir una lista de reproducción de hip hop.

Ruido todavía no tiene fecha de estreno, pero la confirmaremos en cuanto se anuncie. Es una coproducción española-mexicana producida por Sábado Películas, Playtime Movies y Filmin. Desde Visto En 35MM les deseamos mucha suerte y esperamos que la película encuentre su merecido público.

Javi Ocaña Benítez

 


Director y jefe de redacción de Visto En 35MM.    
Amante del fantástico y apasionado de la escritura 
cinematográfica en todas sus vertientes


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